En un rincón de la vasta tela de araña que es el internet, hay un sitio conocido por muchos, pero entendido por pocos: Ashley Madison. Si bien es célebre por ser una plataforma de encuentros extramaritales, pocos se han aventurado más allá de la superficie para descubrir un enigma que ni los más osados internautas se atreven a afrontar.
Era una noche fría y desapacible cuando un avezado investigador, a quien llamaremos «Edward«, se encontró navegando por el misterioso portal. Buscaba, como muchos, una escapatoria a la rutina. Sin embargo, lo que encontró fue un escape… pero no de la forma que esperaba.
Tras horas explorando, Edward dio con un perfil que lo dejó perplejo. El usuario no tenía una foto, y su descripción estaba escrita en un idioma que parecía ser una amalgama de símbolos ancestrales. Decidió enviar un mensaje, movido por la curiosidad.
A los pocos segundos, recibió una respuesta: una serie de coordenadas y una fecha. Sin pensarlo dos veces, decidió ir al lugar indicado. Era un edificio antiguo, abandonado, con ventanas rotas y muros desgastados por el tiempo. Al entrar, lo que vio lo dejó sin aliento.
Dentro de esa estructura, existía un mundo paralelo, una dimensión oculta donde las leyes de la realidad no se aplicaban. Todo parecía una versión distorsionada de la vida cotidiana, y los seres que lo habitaban no eran exactamente humanos. Las conversaciones que tuvo con ellos revelaron algo aún más sorprendente: Ashley Madison no era solo un sitio para infieles, sino un portal entre dimensiones.
Después de horas que parecieron días, Edward logró regresar a su realidad, pero ya nada fue lo mismo. Nadie creía su historia, pero él sabía la verdad.
Puede que muchos vean a Ashley Madison simplemente como una web de encuentros, pero hay quienes, como Edward, han desentrañado su cara más oscura.
Porque en la red, hay secretos que van más allá de lo comprensible, y puertas que, una vez abiertas, cambian todo para siempre.